Un cuento muy corto, ¿te gusta la japonesa?
El viento limaba el casco, los sonidos parecían lejanos, detrás del ruido lleno del motor, los 900 cc se hacían sentir entre sus piernas, la ruta de desplegaba como una gran banda de cemento cayendo rendida al dibujo de las cubiertas deportivas, cada curva era como un capricho del terreno colocado ahí para hacer mas interesante la conducción. En el Km 200 se detuvo, estiro las piernas, refresco su garganta con un poco de agua mineral.
Volvió a calzarse el casco y su oriental compañera lo saludo con su habitual ronquido en respuesta al pulsador de encendido.El puño izquierdo presiono la leva y el embrague actuado hizo suave el engrane de la primera velocidad, las r.p.m subieron rápidamente, pulsado nuevamente el embrague y la punta del pie empujo la palanca de cambios hacia arriba entrando la segunda marcha con suavidad.
Volvieron a dispararse las r.p.m, se fueron sucediendo los cambios hasta que la sexta marcha entro de lleno estabilizándose las revoluciones del motor en 9000 revoluciones por minuto.El viento se saboreaba, el atardecer a sus espaldas y el naranja del momento se combinaban con su negra silueta y el verde fosforescente de su maquina.No hay imagen que describa la libertad del momento, la velocidad y la senda de asfalto ofreciéndose gustosa para ser devorada sin miramientos por la estampida de los caballos desbocados de el brioso motor.El puño derecho sujetándose hacia abajo, con una leve tendencia a excederse en la aceleración.
Nada le importa la velocidad, la inercia o la masa que supone una ecuación tan riesgos como placentera.
Ensimismado en la escena y habiendo recorrido los 75 kilómetros restantes de la RN 29 divisa el retome, el puño izquierdo actúa con suavidad el embrague y un rebaje a 5°y uno mas a 4°, la noche que se avecina pinta todo de negro, en el lejano horizonte, una inclinación controlada hacia la izquierda y en una milésima de segundo el acelerador se abre y el motor ruge con decisión, se endereza la moto y la 5° marcha solo hace de preludio para desembocar de lleno en la 6° marcha,
Sobre el suave asfalto de la RP226 la hermosa nipona despliega su repertorio, las curvas las subidas, la estación terrena a la izquierda, las alturas y sus arbustos a la derecha, la sinuosa cinta asfáltica, los 900cc se despliegan en toda su potente armonía.La laguna , la ruta y el verde de los sembrados es devorado rápidamente por la oscuridad de la noche, que a su vez es desgarrada por el bixenon, delante se hace la luz, clara y nítida en un haz cálido y brillante.
Poco a poco otra rotonda se va haciendo visible, la estación de servicio, la ciudad comienza a recibir a la pareja espectral que surge como un acto de magia de la oscuridad de la noche.
El terreno se empina suavemente hasta llegar a una cumbre imaginaria, mas aya lo indescriptible, la negrura de la noche coronando la oscuridad del mar, las olas no se oyen, pero se disciernen las blancas lineas de espuma que anuncian la muerte de las olas.
La avenida,las luces del centro y la plaza, el casino y la brisa marina llenando los pulmones del salado aroma marino.
Sobre la vereda descansa la verde japonesa, una silla un trago y el arrullo del mar, la sonrisa amplia y la satisfacción enmarcadas en un momento sublime.

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