El polvo volaba alrededor del auto, el camino seco árido y el sol redondo e incandescente gritaban a la vez con voz fuerte y clara:"vete".
Mis ojos vidriosos los veían, mi rebelde corazón no me iba a dejar hacerles caso.
Los acordes de un blues acelerado y un solo de guitarra melancólico desgarraban el humo y el vapor dentro del auto.
Mi pie se hundía sin misericordia, el slant six gruñía pero respondía.
Nunca sabrá el señor Holley cuanta vida y cuanta sangre se ha vertido por su gracia.
Mis agrietados labios, resecos y blancos apenas humedecidos por mi lengua muerta.
El día desplegaba su calor furioso y el viento caliente recorría vertiginoso las aristas del viejo americano.
Hecho para correr libre había visto mejores días, pero lo que le faltaba de tecnología le sobraba de robustez y confiabilidad.
Su necesidad insaciable del sabroso alto octano, solo era compensado por el melódico sonido de los escapes.
Hacia meses que se debía ese viaje, la explicación deba ser dada, las excusas habían sido urdidas y las cicatrices se habían secado.
El polvo que volaba detrás ahora lo sobrepasaba, el pedal de freno se hundió firme y la bestia lentamente rompió la inercia hasta detenerse.
La grava y el polvo rojizo no dejaban de volar alrededor, mezclándose con los calientes rayos del sol.
Su cabello revuelto y su barba de una semana le daban un aspecto sombrío.
Se paro frente a la casa y trato de ver si alguien salia.
Nadie lo hizo, se acerco y el golpe de sus tejanas en el piso de tablas lo anuncio sin dudar.
Nadie en la puerta principal.
Las ventanas juntaban polvo de hacia tiempo, cerradas herméticamente.
Comprendió que no había nadie. Su corazón se reprocho la demora, y si hubiera venido antes se dijo, golpeando el capot del auto antes de subirse para huir de la frustración.
Una ultima mirada al que alguna vez fue su hogar que le devolvió una ultima imagen, solo flores muertas.
Angus Locke
Derechos de autor.

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