¿Quién puede parar la lluvia?




La lluvia aguijonea el asfalto sin piedad.

El gris del cielo lo invade todo.

La melancolía se dispara tomándonos firmemente del cuello.

Los recuerdos brotan, los fracasos los errores y las traiciones bailan una danza en nuestro corazón.

Los demás parece absortos en sus propios dolores.

Ni siquiera la crispación del hastió en sus rostros.

Solo la melancolía, que chorrea por sus pupilas e invade las mejillas,

nos llega a las rodillas la cintura y el pecho, como las olas del mar crecen a medida que llega la noche.

Así crece la introspección en este plomizo atardecer.

La humedad pegajosa el calor incomodo contribuyen a la amargura.

La mirada se pierde en la distancia como buscando una respuesta que jamas llega.

Cuando las gotas de lluvia se deslizan por el vidrio como copiosas lagrimas de dolor, nuestro corazón se estruja.

Un puño imaginario lo aprieta exprimiendo hasta el ultimo rastro de inocencia.

Eso que crees errores, eso que crees fracaso, esos que te han traicionado te han hecho la persona que eres.

Los despojos de lo que una vez fuiste.

Aun así, siempre hay luz al final del camino, siempre hay quien desgarra la desesperanza con un beso.

Siempre alguien puede parar la lluvia...




                                                           Angus Locke
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