La puerta del ascensor se cerro de un golpe, con ambas manos ocupadas por las maletas y la mochila colgando de su espalda se complicaba cualquier movimiento.
La cerradura un poco mañosa se resistía a dejarme entrar, luego de maldecir un poco logro acceder al departamento, solto las maletas, un bolso de tela rojo y uno azul, la mochila también quedo en el suelo.
El ambiente único del lugar, dejaba ver un decorado muy de los setentas.
Ventanas de dos hojas con ventanas de madera, sin cortinas.
Sus pasos retumbaban ante la au La puerta del ascensor se cerro de un golpe, con ambas manos ocupadas por las maletas y la mochila colgando de su espalda se complicaba cualquier movimiento.
La cerradura un poco mañosa se resistía a dejarme entrar, luego de maldecir un poco logro acceder al departamento, solto las maletas, un bolso de tela rojo y uno sencia de muebles.
La vieja cocina comenzó a soltar el gas que alimentaba la flama que a su vez calentaba el agua para el mate.
Un paquete de yerba y uno de azúcar sobre la mesada esperaban en silencio el momento de unirse en aquel mate.
Se apoyo en la mesada y los frescos recuerdos lo abrumaron.
El edificio de mala muerte que había conseguido no tenia comparación con la hermosa casa que estuvo arreglando y mejorando durante 15 años.
Oía en su cabeza, como si fuera una triste canción, palabras de amor, aquella mujer que acompaño sus últimos quince años de vida, las caras de sus hijos, hasta las maromas del perro le parecían lejanas y melancólicas.
"Ven rescatarme, voy a amarte hasta el fin de mis días, aunque no me ames yo lo haré siempre....."
Lagrimas de angustia corrieron por su mejilla, sentía que la vida se le iba, pensó en saltar por la ventana, pero era demasiado cobarde para terminar así.
Se incorporo y fue al baño, desprecio al remedo de hombre que le devolvió la mirada en el espejo.
Sintió unos golpecitos en la puerta, no quería abrir.Los golpes se repitieron, así que caninamente se acerco y abrió, ilusionado que tal vez su amada lo buscaba para devolverle su vida.
Al abrir se encontró desconcertado gratamente.
Ayelen estaba parada en la puerta, con su metro sesenta de juventud, una amplia sonrisa, un sedoso y ensortijado cabello rubio, unos ojos negros y profundos como el negro del cielo nocturno.
Unos senos generosos y un físico atrayente.Su estrecho pijama de pupera y short rosados y sus pantuflas de pantera rosa estaban rematados por la inocente tacita cobijada por sus manos.
"tendría una tacita de azúcar vecino? dijo sonriendo.
El la miro y quien sabe de donde saco una sonrisa enorme, las lagrimas que habían llenado sus ojos le daban una mirada triste y aguada, de esas que aman las adolescentes. No solo le ofreció azúcar sino que la tentó con unos mates,
Pronto todo quedo atrás y fácilmente comprendió que ese día no era el ultimo de su vida, sino el primero de otra distinta, mejor?peor? quien sabe cuando se termine el agua les cuento...
Angus Locke
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