La combinación fatal.




La humedad del ambiente y el calor hacían una combinación fatal.
El había dejado de sentir mucho antes, cuando le arrancaron su corazón.
Su cuerpo en cambio palpitaba la incomodidad.
La soledad y el hastió lo pintaban todo de gris.


La tele mostraba a los idiotas de siempre viviendo su realidad alterna.
Su mentira mediática moldeando las débiles mentes de la chusma. 
Tanta carne humana salpicada de belleza y sumida en la estupidez.
Su cerebro hizo un click y se perdió en las penumbras del odio.


Se acerco a la ventana, vio a todos esas perchas 
de las cuales colgaban harapos perfumados.
Se movían de un lado a otro como si el viento fuera su titiritero
Se movían en grupos hembras chillonas y machos diluidos.


Su rostro tenso su mandíbula crispada.
El era un alma libre, liberada de la esclavitud de el parecer.
A el no le importaba lo que parecía ni lo que veían en el.
El solo imaginaba su brazo musculoso finalizado,
como en una simbiosis maligna por un cuchillo de caza,
eviscerando a todos esos borregos, listos para el sacrificio.


La miserable pocilga en la que reposaban sus cansados huesos
reflejaba la deprimente realidad de sus días
él no era mas que una sombra de si mismo, 
una mueca triste en la bruma nocturna.


Esas risas...
Esas risas estúpidas y vacías, 
"No se ven a si mismos " refunfuño.
Los veía como cascaras huecas a la altura de la cabeza.
Quería abrir sus pechos y comerse sus corazones sin usar.


Camino hacia la puerta.


A pesar del calor se puso el sobretodo.
Sus pasos hacían rechinar la madera del piso.
El cuchillo descansaba en el bolsillo exterior de el pantalón de combate
tan raído que se tenían que adivinar los contornos de las manchas y los colores.


Sus pesados borceguíes le aseguraban pasos firmes.
La vieja Ballester Molina, recuerdo de la armada descansaba entre su cinturón y la espalda.
Cuando salio a la vereda vio apoyada contra la pared,
una barreta de hierro gruesa y con cantos.


La tomó y comprobó su peso
"sirve"... se dijo.


Camino por la vereda observando fijamente a cada lado.
Rápidamente se acercaban esas risas tontas que lo torturaban.
Dedujo la silueta de aquellos muchachos, uno contra la pared, los otros hacia la calle.
Eran delgados y bajitos, su ropa brillante y colorida, su actitud edulcorada e infantil.


El que estaba contra la pared se detuvo a encender un cigarrillo, el fuego se enciende y el humo mentolado escapa de su boca.
La barreta se sacudió como un rayo helado, el cigarro ensangrentado,
varios de sus dientes y una enorme cantidad de sangre mancharon la pared.


Solo se escucho un golpe seco, ni gritos ni lagrimas ni pedidos de piedad.
Uno de sus amigos se volteo y miro de reojos al inerte cuerpo de su amigo, una mueca desencajada velozmente adornada por la barreta, separo su frente en dos, 
sangre y masa encefálica salpicaron al tercero que se horrorizo al ver su smart-phone bañado en sangre y cabellos.
Intento correr y tropezó con el inerte cuerpo de su amigo aun agarrado a su brazo.


Un grito sordo corono el movimiento veloz de la barreta, su nariz se partió, su ojo izquierdo se estrello con violencia contra la pared y parte de su mandíbula colgaba grotescamente.


La barreta ensangrentada y con cabellos pegados cayo en la vereda con un fuerte estruendo.


El siguió caminando velozmente.
Un depredador desbocado, sediento de muerte.
Dos mujeres caminaban mas adelante absortas en sus asuntos.
Una rubia con un short blanco demasiado generoso, los hombros desnudos y la mirada perdida en su teléfono.
Su amiga de pelo negro y un vestido corto caminaba a su lado igualmente distraída.
Ambas castigaban el suelo con unos altísimos tacones.


Se acerco sigiloso pero rápido, Su brazo izquierdo rodeo a la rubia mientras el derecho hundía el cuchillo en la nuca de la morocha, que abrió los ojos poniéndolos en blanco antes de caer en una epiléptica y sanguínea danza.


La rubia lo miro aterrorizada, el vio sus labios perfectos, rojos gruesos desde donde asomaban unas deliciosas paletas blancas.
La empujo del hombro y ella se arrodillo frente a el.
Por un segundo imagino que tendría que practicar su oralidad para sobrevivir.


Pidió piedad y que haría cualquier cosa para que no la lastime.
El sonrió con cara de lujurioso y ella deslizo sus dedos hasta la bragueta del pantalón.
La hoja atravezo sus mejillas limpiamente.
Un movimiento rápido y certero que robo su belleza para siempre.
Su enorme mano empujo con fuerza el lado izquierdo de su cabeza aplastando la contra la pared.


Unos metros mas adelante vio un hombre corpulento corriendo hacia el
Gritaba el nombre de una de las mujeres.
Tres balas airearon su torso.
Su caída fue pesada y sonora.


El cuerpo del tipo quedo muy cerca de las mujeres.
Puso el cuchillo en su mano.
La pistola apenas entraba en la mano de la de pelo negro.


Volvió a su departamento, entro al baño y se desnudo.
Tiro su ropa al incinerador.

La ducha borraría la sangre de su cuerpo.


El agua tibia recorría su pelo, sus hombros y su pecho.
una sensación de bienestar y limpieza se apoderaron de su piel.
Luego se durmió abrazando una almohada delgada.


En la mañana las noticias policiales daban cuenta de un tremendo crimen pasional.
Donde dos mujeres fueron atacadas por un hombre, el novio de una de ellas, y su amiga antes de morir dispara y mata al agresor.


También señalan que unos 50 metros antes tres homosexuales habían sido asesinados por una pandilla anti gay.


La humedad y el calor hacían una combinación fatal.

Angus Locke
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