Larvita y sus bellas alitas.-



El invierno comenzaba a retirarse de la pradera, las plantas comenzaban a reverdecer y la vida volvía a efervecer.

Las mariposas habían puesto sus diminutos huevos y las pequeñas larvas ya maduras comenzaban a desperezarse soñolientas.
Poco a poco se iban desarrollando, observaban quietecitas como las mariposas adultas volaban majestuosamente.
Ellas le traían comida y le daban consejos y mimos a las pequeñas larvitas.
Con el correr de los días fueron creciendo y como es normal algunas precoz mente comenzaban a salir de sus capullos.
Trabajosamente se desprendian de su larva para desplegar unas hermosas aunque pequeñas alitas.
Con esfuerzo las sacudían intentando aprender a volar.Una de ellas observaba la escena con ojos grandes y soñadores.
Como le gustaría a ella crecer y tener sus propias alitas para volar alto alto y conocer el mundo que se desplegaba a sus pies.
Miraba a las larvitas como ella y se reía de su torpe vuelo, y sus esfuerzos para salir de el capullo.
Poco a poco día tras día las larvitas fueron abandonando sus capullos y transformadas en maripositas libres.
Ella se quedo ahí, cada vez mas sola cada ves mas temerosa de asumir su destino.
Las semanas habían pasado, y sus amiguitas maripositas pasaban y le decían lo bonito que era volar y ver el mundo desde el aire, mucho mas bello y colorido que desde su estrecho y seguro capullo.
Ella se escondía mas profundo en su capullito y soñaba que un día volaba alto muy alto.
Pasaron los meses y la larvita comenzó a consumirse a si misma, al no poder volar tampoco podía comer, por lo cual su cuerpecito comenzó a alimentarse de si mismo.
Seca y achicharrada la larvita se rehusó a volar. Un chico encontró su capullo y curioso lo tomo y lo llevo a su casa.
Sobre la mesa del comedor mientras tomaba la leche el niño recordó la larvita y la saco de su bolsillo.
Con cuidado abrió el capullo y sorprendido encontró en su interior una mariposa totalmente formada.
Estiro las alitas con delicadeza y se asombro de los hermosos colores que tenían.
Le mostró a su mama el hallazgo, su madre le dijo que era preciosa.
Con cuidado pincho su cuerpito inerte en un telgopor y lo cubrió con una bolsa trasparente. 
Asi termina el cuento de la mariposita que por temor a hacer las cosas mal nunca se atrevió a volar privándose de un mundo maravilloso.
Que lindo hubiera sido verla volar, presumir sus coloridas alas.
Que el miedo jamas te prive de vivir y de mostrar tus virtudes, que no te pase como a la mariposita que nunca disfruto ser quien debía ser.

Angus Locke
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